Un ojo y después un pie sobre las trincheras de 1916. (Crónica).

 Junio 1916.      

José Ángel Garduño Ávila.   Carrera: Historia.

Semestre: 5.      Dr. Irving Reynoso Jaime.

Un ojo y después un pie sobre las trincheras de 1916.

Todo comenzó en el año 1916, recuerdo que en aquel entonces la industria de los metales estaba avanzando a pasos agigantados. Bueno almenos ese era el caso de mi país Gran Bretaña, en donde era parte de la vida cotidiana que todo trabajador se levantase a las 5 de la mañana a ir a trabajar a la fábrica de textiles y manufactura de metales como el plomo, hierro y acero. Más que nada porque era sumamente importante para nuestra nación seguir controlando todos los poderíos marítimos de nuestras colonias en Sudáfrica, la India, Egipto, Australia etc. Ya que no por nada nuestra gran tierra británica salvaguardaba nuestra fuerte milicia navegante a base de la producción de estos metales, para la construcción de grandes obras maestras metálicas como nuestro “HMS Barhman”, cual creíamos como una bestia de guerra invencible en 1914 hace dos años. Todo esto lo sé porque mi abuelo es un ex veterano de la segunda guerra del opio (1856-1860). Mi abuelo en 1916, es un viejo de 76 años de edad que logro salir iluso de dicho conflicto pasado pero que claramente aún vive con secuelas o episodios traumáticos, ya que a veces en las noches que llovía cuando estaba durmiendo. Se despertaba repentinamente asustado y se tapaba la cabeza con ambas manos y empezaba a llorar. Afortunadamente yo llego a calmarlo y le ayudo a que se tome sus pastillas tranquilizantes, fue en uno de esos ataques que yo le pregunte qué había pasado para que actuara de esa forma, a lo que él me conto que le temía a los truenos y a la pirotecnia de año nuevo porque le recordaba a la artillería de dicha guerra. Fue así mismo que él me quiso contar algo que nunca se animó a decirme porque el hecho de recordarle le causaba ataques de ansiedad y una tristeza profunda. Es así que él me dijo:

Abuelo: -Townsend, hijo. Creo que ya eres lo suficientemente grande para escuchar está historia, nunca quise contarle esto a nadie y tu serás el primero en saberlo, en parte por el gran dolor que me causa el solo hecho de recordarlo. Recuerdas que yo te dije cuando eras más pequeño que yo pelee en la guerra del opio?

Townsend: -Si abuelo.

Abuelo: Bueno, yo tenía 16 años cuando me enviaron a pelear a la guerra. Era solo un niño, pero todo era por dar todo a la patria y al rey. Estaba entusiasmado por ponerme aquel elegante uniforme rojo y enorgullecer a mi país y a mi madre. Sin embargo, déjame decirte que me arrepiento de haber tomado dicha decisión desde que regrese a casa en 1860. Cuando desembarcamos en Guangzhou aquel abril de 1857, recuerdo muy bien que lo primero que nos ordenó el sargento fue atacar la ciudad y asesinar a todo civil chino sin piedad alguna, sin importar si eran niños o mujeres. Esto me dejo pasmado, trate de no acatar dicha orden pero si no lo hacía seria acusado como traidor a la patria y no solo a mí me matarían sino también a quien fue tu abuela y a tu madre, por lo tanto tu no estarías aquí para escuchar esto. Entramos a la ciudad y pude ver que está ardía completamente en llamas, nuestros cañones de artillería eran sumamente destructores pese a ya ser algo viejos, ya que estos eran los mismos que utilizamos contra la Francia Napoleónica en Waterloo en 1815. Decidí alejarme un momento de mi regimiento sin que nadie se diese cuenta, y lo primero que vi fue una mujer que trataba de amamantar a su bebe recién nacido, está claramente mostraba señales de quemaduras de tercer grado. Estaba completamente carbonizada de un brazo y la mitad de rostro la tenía como irreconocible. Yo saque mi poca ración de agua de la que me quedaba y me dispuse a ofrecerle a la madre como al bebe. Sin embargo, sucedería lo más horrible que me pudo haber pasado. El sargento me encontró y me ordeno matar a la madre como al bebe, entre lágrimas lo hice sin que nadie se diese cuenta que lloraba. Es así hijo que el consejo que yo te quiero dar de abuelo a nieto. Que no les creas todas esas mierdas de nacionalismo, o de luchar por la patria. No eres más que un peón o carne de cañón, un mortal sin valor alguno para ellos.

Townsend: -¿Quiénes ellos abuelo?

Abuelo: -Lo sabrás más adelante hijo, solo te pido que sigas tus convicciones y no dejes que estas cambien por un puñado de idiotas que se pelean por sus intereses, desde la distancia en un escritorio.

Townsend: -Lo entiendo abuelo, te amo.

Aquella charla con mi abuelo me dejo con un mal sabor de boca, pero pude entender lo que me quiso decir. Procedí a darle un abrazo y besarlo en la frente, le dije que nunca fue su culpa que el solo seguía órdenes. Continuamente el irrumpió en lágrimas y me respondió que ojala el de allá arriba lo piense lo mismo.

Una semana después vi una noticia alarmante, resultaba que un tal archiduque importante de la casa reinante de Austria había sido asesinado por un extremista serbio. Mi primera impresión fue confusión, porque yo desconocía completamente de política por lo que no le di mucha importancia como cualquier joven de 18 años lo haría. No obstante, al paso de 3 días después mientras yo estaba en tercer año de secundaria. En una de nuestras clases llego un compañero de nosotros muy emocionado, se llamaba Blackburn y tenía 15 años y dijo en voz alta muy entusiasmado, ¡Hermanos nuestra hora a llegado!, mientras sostenía un periódico y este decía: ¡Compatriotas tu nación te necesita, hazlo por tu tierra y por tu madre! Sin embargo, yo aún seguía sin entender que estaba pasando pero al parecer los demás ya sabían que sucedía, que inclusive comenzaron a saltar y a gritar de alegría.  Todos salieron del salón corriendo, menos yo y tome el periódico rápidamente. Aun así seguía sin entender que rayos pasaba y me dispuse a preguntarle a Blackburn.

Townsend: -¿Blackburn que sucede?

Blackburn: -¿No te has enterado?

Townsend: -¿No? -¿Qué rayos pasa porque todos están tan felices?

Blackburn: -¡Estamos en guerra hermano, nuestro país nos necesita!

Townsend: -Todos ustedes están jodidamente locos, ¿A quien carajos le va emocionar morir en un campo de batalla y perder a sus seres queridos?

Blackburn lo único que hizo fue verme con cara de desprecio, como si yo no tuviese lugar para este mundo. Solo se rio y se fue, quedándome completamente solo yo en el salón. Comencé a llorar e inmediatamente pensé en el abuelo. Tenía el presentimiento de que lo llamarían nuevamente para ir a la guerra. Sin embargo, vaya sorpresa que me llevaría después. Eran las 6 de la tarde y yo salía del colegio, trataba de ya no pensar en ello y tranquilizarme diciéndome que todo estaría bien. Sin embargo, cuando llegue a casa al momento de abrir la puerta note que en la mesa estaba mama llorando y mi abuelo se notaba muy triste. Ambos me miraban y mi abuelo me dijo:

Abuelo: -Townsend, Hijo necesito que te sientes.

Cruzo sus manos en la mesa, y me dirigió un sobre que contenía una estampilla del ejército. Inmediatamente vi el sobre y comencé a llorar, en eso entonces que mi abuelo me dice:

Abuelo: -Tu no iras hijo, no te preocupes yo iré. (Sonríe).

Townsend: -No abuelo!, tú necesitas descansar más que nada. Ya has pasado por mucho. No se preocupen voy a regresar, se los juro.

Pese a dicha confrontación, no lograba convencer a mi abuelo y a mi madre de que todo iba a estar bien. Claramente ambos tenían miedo de que muriera, pero no había otra opción. O iba yo o no iba nadie por mí, o en las consecuencias más drásticas seria la cárcel para mí como para mi abuelo, y obviamente no dejaríamos sola a mi madre con la casa y con la ausencia de nosotros.

Al día siguiente, a las 3 de la mañana llegaron dos oficiales tocando fuertemente la puerta de nuestra casa y nos preguntaron que quien iría. Es así que yo me dispuse a ir entre lágrimas mi madre no me soltaba de la mano, mi abuelo afortunadamente estaba y logro separarla de mí. Continuamente aquellos dos hombres que mostraban gran temperamento me subieron al coche y lo primero que me dijeron fue:

Oficiales: Tu madre estará muy orgullosa de ti hijo, tu país y el rey mucho más.

Claramente dicho discurso me pareció de lo más absurdo, pero aun así me abstuve de decir una sola palabra con tal de no ser castigado ahí mismo. Posteriormente, pude notar que llegamos a una base y al momento de llegar a la entrada de esta. Un gran destello de luz casi me deja ciego, pero si con un tremendo dolor en los ojos. Inmediatamente me mandaron a un cuartel, me dieron un par de botas y un uniforme verde que venía a su vez incluido de un casco de metal sumamente pesado, nunca llegue a pensar que los cascos ahora los hicieran de metal. Recuerdo que mi abuelo me contaba que cuando él era soldado estos estaban hechos de la misma tela con el que se hacia el uniforme. Aparte de notar que este estaba hecho de metal, también se caracterizaba por pesar como 5 kilos e inmediatamente pensé en como carajos va a aguantar mi cabeza esto si es que no la aplasta antes.

Me mandaron a descansar, continuamente me levantaron a las 6 de la mañana y me ordenaron ponerme el uniforme junto con el pesado casco. Posteriormente nos formaron en una sola fila y recuerdo que en todo el pelotón podías llegar a ver a jóvenes que apenas y estaban concluyendo la secundaria e inclusive pude notar algunos otros que parecían tener 15 años ni siquiera eran aun adultos eran solo niños como yo también lo era, pero sin embargo sus rostros decían otra cosa, se mostraban muy entusiasmados y se podía ver en todos ellos una sonrisa. Sonrisa que con el pasar del tiempo se desvanecería cada vez más. Había un sargento y fue el primero en dirigirnos la palabra:

Sargento Mcmannus: ¡Bienvenidos camaradas, están aquí porque su país los necesita! No se desanimen, verán que dentro de lo poco que queda llegaremos a Berlín y arrasaremos con el Káiser como con sus sanguijuelas. Pero para lograr eso, primero debemos estar listos antes de entrar en acción. Les prometo que para navidad regresaran a casa y cenaran una buena cena caliente junto a sus madres y tendrán todo el respeto y admiración del rey y la patria! Cada uno de ustedes tendrá su estatua en Londres.

Vaya discurso eh!, tan más manipulador y nacionalista absurdo. Nadie de aquí regresara a casa y al parecer el único que lo ve así soy yo pensé. Sin embargo, mis compañeros parecían mostrar gran alegría ante dicho discurso. Continuamente nos enviaron a lo que parecía ser un campo de tiro, uno de los oficiales que estaba ahí me ofreció un rifle “Lee Enfield” que parecía ser lo más nuevo en tecnología en cuanto a rifles, porque recuerdo que una vez mi abuelo me mostro el mosquete que llego a utilizar en sus años de servicio. Y este solo funcionaba de un disparo y tenías que volver a cargarlo con la culata con pólvora y con la bala, sin embargo, pude notar que este nuevo rifle que yo tenía en mis manos podías dispararlo por bastantes veces sin necesidad de cargarlo tiro por tiro y demorarte mucho tiempo mientras lo cargas, ya que este funcionaba con un extraño mecanismo que hacía que jalaras un cerrojo hacia atrás y adelante y el arma otra vez estaba cargada. También pude notar que a algunos de mis compañeros les dieron el cargo de “Vickers” que significa esto, pues sucede que les daban un arma sumamente mortífera que podía disparar una gran ráfaga de balas en muy poco tiempo. Yo a estas armas las llame la carne y hueso, porque indudablemente estas podían matar a muchas personas en cuestión de muy poco tiempo haciéndoles perder inclusive sus extremidades, podían llegar a asegurar una muerte instantánea o bien podrías morir lleno completamente de plomo el cuerpo mientras te desangrabas. Estas armas tenían un nombre y se decía que eran las “metralletas maxim”. Continuamente nos cambiaron hacia otro campo y en este había un par de sacos de arena como un auto, lo siguiente que nos dieron los oficiales fue un par de extraños artefactos que con el solo hecho de lanzarlos podrían causar una gran explosión en un radio muy corto y que inclusive estos podrían hacer volar por pedazos a cualquier tipo de blindaje existente, bueno esa fue la mentira que nos dijeron. Pero lo que más me sorprendió de todas las armas más sofisticadas que vi en el ejército, fue sin duda alguna unas máquinas mucho más grandes que un auto común y que avanzaban sobre la tierra causando un gran estruendo con el que fácilmente al estar un solo metro cerca de él, te podrías cagar en los pantaloncillos. Pero lo más sorprendente de estas, es que estaban cargadas con dos ametralladoras maxim en ambas partes, en total eran 4. Mientras que en la parte de adelante contenían un cañón que cumplía funciones de artillería. ¡Increíble no!, la guerra cada vez es más mortífera y sangrienta. A estas cosas gigantes les llamaban tanques pero tenían un nombre más específico y este era “Mark”.

En cuanto a la comida, está no es más que un par de rebanadas de pan con mermelada o mantequilla que nos daban de comer por las mañanas y tardes. Hay días en los que comemos algo de carne enlatada de la cual no tenemos idea de qué tipo de animal es. Desde entonces ya llevo una semana en el ejército y he aprendido que en la guerra no hay más que escases y debo sentirme afortunado de comer almenos algo. Continuamente cada mañana nos ponen a marchar hasta 5 kilómetros por día, razón por la cual me salen muchas ampollas en los pies. Tengo tanto miedo, he escuchado que dentro de tres días nos enviaran a Somme junto a los franceses a combatir a los alemanes. Solo pido que está carta llegue a mi madre y abuelo, que sepan que los amo y que espero regresar para navidad con ellos.





 

 

 

 

 

 

 

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